domingo, 31 de julio de 2011

¿BODAS DE ORO? MÁS AÚN...

Celebrar un aniversario nos ayuda a crecer. Echamos la vista atrás para agradecer acontecimientos importantes, que normalmente hemos vivido en relación con otras personas, y que, en muchas ocasiones, han sido determinantes en nuestra vida. Repasamos la trayectoria recorrida, las dificultades superadas, los gozos recibidos… y terminamos dando gracias a Dios por todo: en las noches Él estuvo cerca para tender la mano y guiar, en los días de sol cada rayo de su luz era una pequeña teofanía de su gloria… y así la vida se va tejiendo, entre luces y sombras… bajo la nube durante el día y tras la columna de fuego en la noche… Celebrar 25 años es ya un paso, celebrar cincuenta es expresión de madurez, setenta y cinco años en la limitada vida humana es ya una heroicidad.
Este año la Orden ha celebrado, nada menos que quinientos años… ¡un derroche de misericordia divina, gracia tras gracia derramada sobreabundantemente…! Y M. Sorazu está también de centenario: cumple cien años de su matrimonio espiritual, una de las mayores gracias que recibiera en su vida.
Y… ¿qué fue para M. Sorazu el matrimonio espiritual? Ella misma nos lo cuenta detalladamente: Dios Uno y Trino se deja caer sobre ella y la penetra de tal manera con la fuerza de su amor que se ve metida en un mundo de fuego, donde no ve ni siente otra cosa que el amor, el amor infinito de su Dios, Uno y Trino. Entiende que se ha cumplido en ella el misterio de la divina unión, encerrado en las palabras siguientes del Evangelio: Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él.
El resultado es palpable: la esposa entra en una fiesta perpetua de la Stma. Trinidad, participa de su bienaventuranza, absorbe toda su atención; su vida se simplifica en la contemplación de un solo Dios eterno en Trinidad de Personas, en cuya Una Trinidad contempla la encarnación. La esposa ya no tiene que caminar como hasta aquí porque ya no hay camino para ella, se dilata la capacidad de su alma (La vida espiritual 147-157).
No podemos extendernos más en la descripción de tan gran acontecimiento ya que únicamente nos hemos propuesto hacer una breve mención. Se hizo ya un estudio más desarrollado en el c. IV de Vivirás una vida de amor. Que el recuerdo de este hecho sea estímulo para todas las hermanas y para todo seguidor de Jesús, a avanzar más y más en la configuración con Cristo, que nos abrió el camino hacia el Padre y, con Él, nos envía su Santo Espíritu.