sábado, 9 de junio de 2012

Ante la Eucaristía...



Mi Amante y Amado,
centro de mi descanso y mi todo.
(Autobiografía 332)

Oh, amante Prisionero mío, Divino Jesús, os adoro y saludo con júbilo de mi corazón aqui y en todas las Iglesias del mundo donde estáis sacramentado. 
Gracias mil, porque os dignásteis venir a mi pecho esta mañana. Bien sabéis con qué ansias deseo recibiros nuevamente en el Sacramento de vuestro amor, mas ya que esto no es posible, dignáos venir a mi alma espiritualmente, y quedáos conmigo para siempre.

Madre mía Purísima, os amo con todo mi corazón, como a mi única y verdadera Madre que sois. Recibidme por hija y cuidad de mi alma como de cosa que os pertenece.

Y Vos, Ángel santo, celestial compañero de mi vida, Espíritu amable a quien Dios encomendo mi alma pecadora, id al templo donde está Sacramentado vuestro Dios y mi Dios, y reside vuestra Reina y mi querida Madre, y decid de mi parte, a Hijo y Madre que suspiro por verles, por que llegue la hora de ir a su lado y acompañarles.

Mientras llega este momento tan deseado de mi alma, que me den su bendición, que no aparten de mí su mirada, que encaminen hacia mi alma la corriente de sus gracias y dones, para que, terminada mi labor, cuando vuelva a su lado, me presente llena de gracia y pueda hacerles grata mi compañía.

Y vosotros, ángeles del sagrario, que tenéis la dicha de vivir siempre en compañía de mis soberanos amores, amad en  mi nombre a Hijo y Madre, y procuradles toda la gloria y complacencias posibles, más toda la gloria que indudablemente les procuraría mi alma si estuviera a su lado en el sagrario, entregada de lleno a su amor.