lunes, 19 de marzo de 2012

SUBIMOS A JERUSALÉN...

Padre Santo,
así como te dignaste revelarme la infinita excelencia de mi Dios Humanado,
para que lo estime y ame,
dígnate ahora revelarme sus sufrimientos,
úneme a Él paciente, para que participe sus penas como he participado su gloria.
Tengo hambre de sufrimientos.
No puedo vivir privada del inestimable tesoro de la cruz de Jesucristo.
Ven, Dios mío. Espíritu Santo, socórreme, condúceme al Calvario,
clávame en la cruz de mi Dios Humanado,
identifícame con Él en su acto de amor supremo al Padre
 y a la humanidad que redime con su muerte expiatoria. Amén.